El primer árbol de Navidad del mundo
Los orígenes de Tallin (Estonia) se sitúan en el siglo XIII cuando los caballeros cruzados de la Orden Teutónica construyeron un castillo en la colina más alta de la ciudad que hoy alberga el Parlamento de Estonia. Desde ese primer momento, Tallin se fue desarrollando hasta convertirse en uno de los centros estratégicos de la Liga Hanseática con iglesias, mansiones y edificios públicos opulentos que todavía admiramos cuando se pasea por su atractivo casco viejo que oculta dos ciudades, en su tiempo dos «estados» separados físicamente: la ciudad alta y la ciudad baja.
Parece mentira que casi ochocientos años después de ese rico pasado, Tallin mantenga esa atmósfera medieval con sus pequeñas y serpenteantes calles adoquinadas de granito. Un recinto protegido por una monumental muralla adornada con 26 torres, desde la popular "Margarita la Gorda" hasta la Torre Tall Hermann, donde la bandera de la nación se alza con sus tres colores, azul, negro y blanco, haciendo un guiño al mar, la tierra y la esperanza en el futuro.
Un futuro que se da ahora la mano con ese pasado de guerras e incendios que asolaron la ciudad. Hoy Estonia se encuentra en la vanguardia tecnológica, palpable en cualquier rincón del país. Hay internet inalámbrico en autobuses, trenes y no hay que volverse loco para encontrar un lugar con "free wi-fi" en todo tipo de locales, pues en su mayoría disponen de este servicio imprescindible ya para cualquier viajero. Además, los estonios se vanaglorian de su pasión por el teléfono móvil -¡por cada 100 estonios hay 120 teléfonos celulares- y por haber inventado el servicio de telefonía gratuito más popular en internet: Skype.
En la ciudad baja, cuatro veces mas grande que su vecina alta, se percibe que estamos en el antiguo espacio de los mercaderes y de los marineros. Arriba, en la colina Toompea, donde están sus plataformas y miradores, se instalaron nobles y gobernadores. Allí sólo se podía acceder físicamente por dos vías o calles conocidas popularmente como «la pata corta» y «la pata larga», la primera con un acceso de escaleras y la segunda a través de una larga cuesta que termina en la hermosa Catedral Ortodoxa de San Alejandro Nevsky. El templo fue levantado en 1900 como símbolo del poder zarista ante unos estonios que comenzaban a pensar en su independencia.
La plaza del Ayuntamiento es el corazón neurálgico de la ciudad baja. Fue aquí donde colocó el primer árbol de Navidad del mundo en 1441. Entonces la gente bailaba enérgicamente a su alrededor antes de que se prendiera fuego al árbol; hoy se sitúa en el centro de la plaza escoltado por las velas de los tenderetes navideños, la Casa Consistorial y la farmacia en activo más antigua de Europa, en la que se venden remedios tradicionales y el clásico mazapán de la ciudad. Y durante las Navidades el recinto todavía resulta más encantador pues casi siempre está bajo el manto de la nieve. Información de ABC.
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