Ultraderechista Jair Bolsonaro se convirtió en el presidente electo de Brasil
Jair Bolsonaro se convirtió en el presidente electo de Brasil, por lo que el 1 de enero de 2019 se convertirá en el próximo jefe de Estado del país más grande de Sudamérica y la novena economía del orbe.
Bolsonaro ha convocado la atención de la ciudadanía y los medios de comunicación con su polémicas frases, anuncios simplistas y acusaciones contra sus enemigos (principalmente del izquierdista Partido de los Trabajadores).
Un estilo que cultivó desde su ingreso a la política a principios de los años 90′, siendo considerado hasta 2014 como un outsider y un político corporativista, dedicado a la defensa de militares y homenajear la dictadura que gobernó con mano de hierro a Brasil entre 1964 a 1985.
Política económica
Bolsonaro ha declarado públicamente no entender nada sobre economía, pero en su campaña se ha dejado claro que un hombre manejará todo: el liberal y ‘chicago boy’ Paulo Guedes, a quien los medios de comunicación le dan el papel de superministro en el gobierno de ultraderecha.
Guedes debería tener bajo su mando las carteras de Hacienda, Industria y Comercio, Planificación, además de la secretaría de inversiones públicas. Su credo: privatizar para reducir la deuda pública (75% del PIB).
“Oriundo de un mercado financiero, Guedes debe ampliar la desregulación de la economía y la apertura comercial. La reforma al sistema de previsión, poco consistente, puede encontrar obstáculos en el parlamento”, explica Ricardo Musse, analista y sociólogo de la Universidad de Sao Paulo.
La reforma al sistema de pensiones es clave para los mercados y el apoyo que han entregado a Bolsonaro, quien propone el desarrollo de un sistema de capitalización individual que funcione de forma paralela al de reparto que actualmente existe en Brasil.
Guedes también es partidario de una transición del actual sistema de jubilaciones hacia un régimen de capitalización o cotizaciones individuales. Un modelo similar al de Chile, donde el asesor de Bolsonaro se desempeñó como profesor universitario en los años 80, durante la dictadura de Augusto Pinochet.
“El objetivo de una privatización masiva debería ser atenuada por los militares que apoyan y estarán en el gobierno de Bolsonaro. Lo más probable es que sean privatizadas empresas menores, pero que podrían dar una satisfacción al mercado”, explica Musse.
Minorías y Derechos Humanos
Un aspecto clave que ha posicionado la figura de Bolsonaro a nivel político son sus polémicas frases dirigidas o minorías históricamente alejadas de la toma de decisiones en Brasil (mujeres, afrodescendientes, homosexuales o indígenas).
“Uno de los aspectos más preocupantes de Bolsonaro es la frecuencia con que utiliza discursos de odios contra minorías. No creo que vaya a cambiar las leyes, pero el hecho de que sea presidente crea una situación de tensión que puede provocar un crecimiento de violencia contra grupos como pueblos indígenas, gays y activistas de movimientos sociales”, expresa Mauricio Santoro, académico y analista de la Universidad de Río de Janeiro.
Diversos analistas consultados por BioBioChile.cl coinciden en que es muy complejo que Bolsonaro avance en proyectos que retiren beneficios a las minorías, tales como cupos o becas en instituciones educativas, pero sí podrá detener el avance en derechos sociales.
Los más preocupante es que el discurso de Bolsonaro pueda generar episodios de violencia, algunos ya se han visto en la campaña (como la muerte de un maestro de capoeira) o algunos que han sido inventados (como una joven que se autoinflingió una esvástica).
“Ciertamente impedirá cualquier avance en la legislación. En tanto, las leyes existenes en su mayoría han sido validadas por el Supremo Tribunal Federal, por lo que difícilmente serán derogadas. Tal vez consiga quitar la política de cuotas raciales. Todo eso, suponiendo una normalidad democrática que no se sabe si será mantenida”, sostiene Musse.
“Algunos posiciones de Bolsonaro -machistas,racistas, homofóbicas- incentivan ataques y la represión policial a esos grupos. Por lo que los llamados a cumplir la legislación existentes tenderán a ser ignorados por las autoridades policiales”, agrega.
Seguridad
Un factor clave en la popularidad de Bolsonaro ha sido su posición en torno a la criminalidad, en un país que en 2017 registró un récord de homicidios con más de siete asesinatos por hora y un total de 63.880 casos, según un informe de una reconocida ONG Foro de Seguridad Pública.
“Bolsonaro parece haber sido el único candidato en darse cuenta de que el mayor problema de los brasileños no es la economía, ni la corrupción de la política: es la falta de seguridad. Los brasileños tienen miedo de caminar en las calles. Bolsonaro tiene un discurso duro, en la misma dirección que Rodrigo Duterte, pero no tan agresivo”, explica el filósofo y académico de la Universidad de Iguazú, Gustavo Bertoche.
El ultraderechista ha prometido durante la campaña flexibilizar el porte de armas y dejar a la policía con las manos libres para actuar contra el crimen.
“Las armas, más que una defensa de la vida son una garantía de nuestra libertad (…) Es inherente al ser humano andar armado. Si alguien está armado yo tengo que estarlo también. Tengo que nivelar (…) Si alguien de dos metros me ataca, yo que soy bajito ¿cómo me defiendo?”, explicó en abril Bolsonaro, según Estadao.
“Se trata de una medida inocua que no significará una contención de la criminalidad. Favorece entretanto, el aumento de la cantidad de personas muerta o heridas en conflictos banales como desavenencias familiares, peleas en bares o en el tránsito. Con la ley de desarmamento esos números fueron reducidos drásticamente”, afirma Musse.
Otro dato que sustenta el apoyo popular a la mirada de Bolsonaro en torno a la seguridad, es que las instituciones más confiables para los brasileños son los bomberos, las iglesias, la Policía Federal y las Fuerzas Armadas. Las menos: el Gobierno, el Congreso, los partidos y la Presidencia, según una encuesta del Ibope.
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