¿Gasolina barata o educación?
Hasta la fecha Venezuela sigue siendo el país con el combustible más barato del mundo, a primera vista este hecho puede sonar envidiable para ciudadanos de otros países que tienen que pagar una alta tasa por llenar el tanque de su automóvil. Sin embargo, luego de años bajo este sistema de subsidio de combustibles ¿en cuánto se han beneficiado los venezolanos realmente?
Esta fue el tema que se planteó en el foro “Eliminando los subsidios a los combustibles: una reforma necesaria en la lucha contra la pobreza”, un evento organizado por la organización sin fines de lucro CEDICE. Tal explica Carlos Piña, PhD en economía de los Recursos de la Universidad de California, los subsidios en combustibles terminan siendo peores para los ciudadanos, entre los aspectos negativos que le ve está la “característica desigual” que tienen. Piña comenta que al establecer la gasolina a un mismo precio los más beneficiados terminan siendo los pertenecientes a los estratos económicos más altos de la población y al final los pobres son los que menos sacan provecho de estos subsidios: “a pesar que el subsidio beneficia a quienes utilizan trasporte público, la realidad es que quienes más consumen energía y combustible son los estratos económicos más altos, el 52% del subsidio de combustible van para el 20% de la población”. En el caso particular de Venezuela, El 10% de la población recibe 135 veces más beneficios del subsidio que el resto de la población.
Para Pedro Rodríguez Sosa, Coordinador académico del centro internacional de energía y ambiente del IESA, el problema radica en que los venezolanos no están realmente informados de cómo les afecta el subsidio de combustible. Identifica como primer problema, el hecho de que actualmente el combustible se vende por menos de lo que cuesta producirlo.
En la historia contemporánea de Venezuela, el tema de subir los precios de la gasolina se ha convertido en una especie de tabú, especialmente luego de los hechos del caracazo, estallido social que se originó de una protesta por el aumento del precio de transporte. Sin embargo, para Rodríguez la idea de presentar esto como una propuesta electoral no está fuera de la realidad, el reto está en saber explicar la verdad sobre el subsidio de combustible. Comenta, que según cifras que maneja el IESA, en una encuesta que se le hizo a la gente en la calle, luego de explicarles ciertos puntos sobre el subsidio, la gran mayoría de las personas estarían abiertas a un cambio en esta política. Explica que hacer que el Estado corra con los gastos del combustible disminuye la inversión pública en áreas que son de suma importancia para el país, actualmente el subsidio al combustible liquido cuesta dos veces más de lo que se gasta en educación: “En un principio todos se muestran de acuerdo con el subsidio, hasta que le explicamos esto y para los venezolanos la educación está por encima del precio al combustible”.
Para Rodríguez, la frase “el petróleo es de todos” se ha manipulado a través de la historia y el fin para el que se ha usado no va acorde a la naturaleza de la frase: “Esa frase llama a los venezolanos a tener un sentido de propiedad y velar por que se le saque provecho a ese bien. Sí en verdad el petróleo nos pertenece a todos, deberíamos mostrarnos interesados en recibir un verdadero beneficio de él. Si el subsidiar el combustible no es rentable y por el contrario genera pérdidas, quienes pierden son sus dueños: los venezolanos”.
La idea de acabar con dicho subsidio no es irrealista, en el foro se expusieron ejemplos que ya se han llevado a cabo en el mundo. El más citado fue el caso de Irán, donde desde el 2010 se implantó una reforma que busca acabar con el subsidio de energía y alimentos con miras a adoptar un mercado más libre. El plan está planificado para que acabe con los subsidios en cinco años y durante ese tiempo los iraníes recibirán cheques con la cantidad que les corresponde de las ganancias energéticas.
La manera cómo implementar la reducción del subsidio de combustible en Venezuela es algo que está abierto a debate, sin embargo la necesidad de cambiar este subsidio que lleva casi cuarenta años en el país parece ser eminente. En una época donde el país ha subido aceleradamente los gastos públicos y la deuda nacional, cada centavo parece contar.
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