¿Quién impone la agenda electoral en 2015?
En una democracia, aunque sea precaria como la nuestra, la gente común influye en los políticos mediante su opinión. Y esa opinión está estructurada como una agenda que, en la campaña electoral, es el tema (o conjunto de temas) sobre el cual piensan, discuten y votan los electores. Poner a hablar al adversario sobre los temas que te interesan es vital para formar el voto a tu favor. Quien impone los asuntos a discutir en una campaña electoral tiene mayor probabilidad de éxito. La razón por la cual el oficialismo terminó fijando el 6 de diciembre de 2015 como fecha de las elecciones parlamentarias, era para tener tiempo suficiente a ver si cambian la agenda electoral y la intención de voto de los electores, corriendo el riesgo de que la situación empeore. La teoría subyacente es que no se pueden cambiar los votos en poco tiempo pero si en un plazo mayor.
En estos 16 años, quien partió con ventaja en las encuestas terminó ganando las elecciones. Hugo Chávez estuvo siempre arriba en las encuestas preelectorales y ganaba. Usaba el efecto “bandwagon”, dándose ganador por adelantado y usando el efecto “underdog” dando por derrotada a la oposición antes de votar. En 2015 la oposición está disfrutando del efecto “bandwagon” mientras que el gobierno está sufriendo el efecto “underdog”.
Por ello, la campaña electoral del gobierno busca cambiar la agenda de la crisis por la agenda de los enemigos, visto que no puede cambiar la situación objetiva. Ha usado para ello un menú muy variado: desestabilización, golpes, magnicidios, guerra económica, el imperio, el decreto-Obama, cuota de género y, ahora, Guyana. En su mensaje a la Asamblea Nacional el 8 de julio de 2015, Maduro trató de aparecer como defensor de un territorio que los gobiernos pre-chavistas defendieron mientras que Chávez virtualmente lo entregó a los guyaneses al aceptar que podían desarrollarlo. Maduro (canciller a la sazón) ocultó esta parte de la historia buscando cohesionar a sus electores con una agenda nacionalista y llamando a la oposición a sumarse; sino es apátrida, entreguista y pitiyanqui. Elemental querido Watson. Es una acción que busca imponerle la agenda a la oposición y recuperar terreno. Basta observar el tono movilizador típico del gobierno para darse cuenta que el objetivo no es el Esequibo sino el 6D.
Antes la agenda la imponía Chávez por la identificación personal que tenían los chavistas con él. Desaparecido Chávez comenzó una crisis de identidad: “soy chavista pero no madurista”. Maduro sólo pudo imponer la agenda con el “dakazo”, cuando todavía la crisis no era existencial. Sus intentos por volver a imponerla han sido infructuosos, pues, la temática de la escasez predomina.
La agenda la impone ahora la oposición de la mano con la realidad. El tema del día es la escasez, la inflación, el bachaqueo. Acá se podía ser pobre, clase media y rico, pero todos los sectores contaban con un mercado surtido y accesible. Teníamos un modo de vida estable, normal, aún con desigualdades sociales. Hoy ese modo de vida está en decadencia. Por allí pasará el voto del 6D salvo que el gobierno logre cambiar la agenda e imponer otra. La agenda de la crisis se impone por su propio peso y tiene miles de voceros en las colas. El gobierno, por primera vez desde 1999, concurre a una elección a la defensiva, sin poder establecer la agenda pese a tener el control de los medios de comunicación. Por eso, 2015 es el año de las sorpresas electorales.
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