La empresa privada “un bien necesario”

Desde el punto de vista teórico, una empresa conceptualmente no tiene enemigos: Una entidad económica de carácter público o privado que está integrada por recursos humanos, financieros, materiales y técnico administrativos,  que se dedica a la producción de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas y puede buscar o no lucro”. Hasta aquí todo bien (…) Nos preguntamos entonces ¿Por qué la empresa no es comprendida y sobre todo tratada como lo que es: Un imprescindible agente social de definición de valor, de generación de valor y de distribución de valor?.

En nuestro país, los problemas comienzan a aparecer, cuando al sustantivo empresa le colocamos el calificativo “privada” y aún se empeora más cuando le agregamos “con fines de lucro”. Es entonces cuando el inocente concepto de empresa se convierte en el objetivo a exterminar, a controlar, a supervisar, y en todo lo posible, asfixiar.

La empresa privada, no ha sabido vender sus bondades. La verdad es que apenas busca reconocimiento, tan solo exige –y muy tímidamente- que se le deje trabajar. Es quizás por ello que es blanco de injustos ataques, de desproporcionados controles, tratando de presentarla como la génesis de los problemas económicos por los cuales, lamentablemente atraviesa nuestro país. La verdad es que a pesar de las campañas contrarias, el concepto de empresa privada está muy presente en la percepción venezolana. Una reciente encuesta realizada por una importante firma de consulta de opiniones, demuestra que para el 78% de los venezolanos la empresa privada es  imprescindible para tener progreso y este resultado es consecuente en todos los estratos sociales.

Al analizar más detalladamente este resultado que a muchos puede sorprender, intentamos encontrar las razones del mismo. En general, el venezolano admira la capacidad, eficiencia, productividad y buena gerencia del sector privado, pero más en detalle admira su valor. Un valor que le ha permitido subsistir en las condiciones más precarias, en la cual se reconoce que hay escasez de insumos, leyes inflexible laborales, controles de precios, controles de ganancia, cambios continuos en la reglas de juego, leyes anárquicas, permisología y burocracia en trámites corrientes y a pesar de todo este ambiente hostil, la empresa privada, diezmada, confundida, y golpeada pero (…) sigue allí. Y eso lo valora el venezolano de a pie.

No es la intención de las presentes líneas analizar la ideología equivocada que ha llevado nuestro país a ser el país 184 de una lista de 187 según el “Doing Business” del Banco Mundial como países con dificultad para hacer negocios, pero sí de establecer comparaciones con países hermanos cuya ideología política casi calcada de nuestro país, presentan buenos  resultados económicos. Nos referimos a Ecuador, Nicaragua y hasta Bolivia. La diferencia entre esos países y Venezuela es que en todos ellos  existe el respeto a la empresa privada. 

Estos países, tal vez por la necesidad, más que por convicción, han entendido que la empresa privada es absolutamente necesaria para generar riqueza, progreso y bienestar. Sus respectivos presidentes tienen un amplio diálogo con el sector privado de la economía, los reconocen como parte de la solución a los problemas, los incentivan y los promueven. Como debe ser.

El día que nuestros gobiernos comiencen a entender la importancia de la empresa privada, como fuente segura de generación de empleos decentes, de creación y distribución de riqueza, y de desarrollo social, comenzará una verdadera evolución en nuestro país. La capacidad de innovación, la posibilidad de satisfacer las necesidades de los consumidores, la tecnología y la responsabilidad social son conceptos que hoy acompañan a cualquier empresario que se decida a seguir sobreviviendo en nuestro país.  Y no hay nada más valiente, que un buen empresario.