Miss Universo: Me duele Venezuela

Luego de haber superado las críticas que aseguraban que no estaría en el cuadro de finalistas, María Gabriela Isler se coronó como la séptima Miss Universo venezolana a finales del año 2013. Sin embargo, en febrero de 2014, la licenciada en Gerencia de la Universidad Tecnológica del Centro volvió a ser noticia para los medios nacionales: pospuso indefinidamente su visita al país porque “las condiciones no estaban dadas para celebrar un título de belleza. El país estaba en medio de mucha tensión”, aseguró refiriéndose a las continuas manifestaciones en pro de una mejor calidad de vida que se presentaban en las calles de las principales ciudades.

Poco después, Molly Isler –como la llama su madre desde que nació– emitió un comunicado preocupada por la situación y proponiendo la conciliación entre los venezolanos. “Antes de ser Miss Universo, soy venezolana y me duele mi país. Yo soy de allá,  mi casa está allá, mi familia está en Venezuela y tengo el mismo derecho de quienes habitan allá. Alcé la voz por mis ideas y creo que lo he hecho con neutralidad. A los que no están de acuerdo con mi forma de ver las cosas, les respondo que somos hermanos y tenemos que reconocernos y respetarnos”.

DINERO se comunicó vía telefónica con la miss para conocer su historia y sus próximos proyectos. Luego de tres intentos fallidos por conversar, se logró establecer la comunicación con la reina de belleza universal que actualmente se encuentra en Nueva York y –con acento venezolano– contó que su labor tiene poco de cuentos de hadas y que sus viajes a lugares en los que la pobreza extrema es la principal característica la han ayudado a pisar la tierra.

¿Cómo fue su infancia? ¿Qué es lo que más recuerda?

Nací en Valencia y me crié ahí hasta que cumplí siete años. Allá vivía mi familia paterna, que era muy grande. Había muchos niñitos, tenía como 15 primitos y jugábamos todo el tiempo. Luego mis padres se separaron y  me mudé para Maracay con mi mamá. Vivimos con mi familia materna, que era muy diferente. Había muchos adultos y las únicas pequeñas éramos mi hermana y yo. Fue un cambio bastante drástico. Sin embargo, siempre visitaba a mi papá y  mantuve el contacto con mi familia paterna.

Creo que esto hizo que fuéramos más responsables desde chiquitas, porque mi mamá trabajaba todo el día y nosotras teníamos que ayudarla en los quehaceres de la casa. Comenzamos a ser más conscientes de la vida, de las responsabilidades que teníamos. De hecho, la relación con mi hermana es muy bonita. Ella se convirtió en mi segunda mamá, no era de esas hermanas que te tapan las travesuras, sino que más bien era la segunda regañona. Siempre cuidaba de mí. Ahora que han pasado los años tenemos una relación más de hermanas, somos más confidentes. En aquel momento era la autoridad.

El pasado 5 de marzo envió un comunicado en el que se solidarizaba con las familias que han perdido un ser querido y en que pedía un mayor flujo de información sobre los sucesos. ¿Por qué tuvo esta iniciativa? ¿No le trajo consecuencias con la Organización Miss Universo?

Mi nivel de comunicación con la organización es muy bueno. Ellos me entienden y entienden el amor que le tengo a mi país. Nunca han restringido mi manera de expresarme, pero sí me aconsejan la forma de hacerlo. El comunicado pasó por canales de aprobación respectivos, hasta que todos estuvieron contentos y me apoyaron.

Me hubiese gustado expresarlo de todas las maneras posibles, como en televisión y en radio, porque no estoy allá. Es muy difícil hacerle sentir a todos que soy venezolana y que me duele mi país. 

Lea la entrevista completa en la edición 292 de la revista DINERO que ya està disponible en todos los kioskos del país.