Jon Ander Badiola: Gerencia y Liderazgo
Muchas veces, si personificamos los artículos, es más fácil explicar o motivar.
Pero para hablar de Jon Badiola o escribir sobre él, hay que haberlo vivido, sentido, gerenciado, ser amigo y estar cerca de sus trabajos y su familia.
Para hablar o escribir de Jon Ander Badiola quiero recordarlo con los conceptos que ejerció de gerencia y emprendimiento. Y quiero citarlo, por eso, como un Gerente Empresarial, así con mayúsculas y en toda su extensión, sus valores y calidad humana junto a su trayectoria.
Jon Badiola, quien ya no está con nosotros y acaba de dejarnos en una dolorosa e inexplicable pérdida, fue presidente de Cargill por años, después de venir de una trayectoria de Gerente en empresas de alimentos y dirigente gremial.
Y añado dirigente gremial, porque esto le brinda a la gerencia tradicional un tono de amplitud importante y especialmente a su vida.
Jon Ander Badiola, es un ejemplo. Ingeniero electricista y profesor universitario, gerente sin igual, gremialista, con gran olfato para los negocios y para el entorno político, cargado de una calidad humana permanente, que multiplica su recuerdo.
Su pérdida ha movido el mundo empresarial, del emprendimiento y la gerencia del país.
Lo conocí estando en mi responsabilidad de presidente de Cavidea, hace muchos años, siendo un gerente de la empresa “La Torre del Oro”, de la familia Ormaechea Hermanos”, empresa vinculada a la familia. Asistía y participaba en todos los eventos gremiales.
Después, al pasar muchos años, conviví con él en Cargill de Venezuela, donde estuve casi doce años y él se desempeñaba como gerente de alimentos con los presidentes de Cargill, Ricardo Siri y después con el extraordinario Roberto Moro, a quien lo sucede Fernando Guaresqui.
Una dirigencia de lujo tuvo Cargill y los gremios en esa época que participaron, primero con Roberto Moro como presidente y después con el mismo Jon Badiola, también en ese cargo.
Siempre me llamaba a su oficina Interesado en el entorno, y un día me dijo: “la gerencia moderna no es de oficinas y necesita un entorno macro del país para poder dirigirla”.
Después en una de nuestras conversaciones me indicó que también le interesaba mucho el entorno del país y añadió: “cómo se puede gerenciar si no se posee información de lo que piensan en el Ejecutivo”.
Después de ya no estar ambos en Cargill, nos encontrábamos cada quince o veinte días, para que le hiciera “mi análisis confidencial para presidentes de empresas” que él decía “lo situaba en la realidad del país”.
Ya era director y miembro de la junta directiva del Banco del Caribe, en donde sus presidentes: José Ignacio Purroy, Arturo Gantaume y Juan Carlos Dao me señalaron: “fue un gran aporte de la realidad del país cruda, de lo qué pasa, no de lo que pensamos, estimamos, deseamos o prevemos, para los negocios y políticas del banco”.
Para esa época se desempeñaba también como director de “Duncan de Venezuela”, en la junta directiva que preside el dirigente y gran gerente empresarial Silvano Gelleni, así como empresario en otras inversiones.
En Duncan, en los momentos difíciles de la empresa por los controles de precios, me dijo: “nos tiene que salvar el emprendimiento, la innovación, el buscar nuevas alternativas de ventas y diversificación”.
Con la mano certera de su presidente, Silviano Gelleni, se multiplicaron las sucursales, los servicios a domicilio, la atención en los centros de clientes y muchas innovaciones más.
Preparar las gerencias de las empresas al inicio de una directiva, siempre decía, es necesario “un análisis real del país, qué piensan en el gobierno y no que pensamos nosotros” y ello puede salvar la orientación y conducción de una empresa exitosa.
Además, señalaba: “frente a otras empresas que viven de estadísticas, informes fatalistas, proyecciones que no se cumplen o de lo que pensamos, suponemos o deseamos ocurra”.
Y su calidad humana, esa gran calidad humana que mostró además de las empresas donde gerenció, en las organizaciones sociales, los gremios como Venamcham, instituciones como el IESA y otras que presidió o dirigió. Siempre resaltó su actitud personal.
Pero no puedo olvidar cómo intervino, ya no estando en Cargill, en la búsqueda de un marcapaso que yo necesité.
Si me permiten esa anécdota personal, solo a manera ilustrativa. Él se unió a Rafael Galíndez, vicepresidente de Finanzas de Cargill, a Roberto Moro, en ese momento expresidente de Cargill y a Fernando Guareschi, otra gran gente, además de otros ocho directivos de la institución, en esa causa.
En nuestras reuniones periódicas me decía: “no me quiero reunir contigo los viernes, porque me pones de mal humor al oírte las realidades políticas entrelazadas a las económicas. Mejor nos reunimos otro día, pero me dices las verdades, aunque me molesten, de la información de lo que pasa, que nadie me las quiere decir tan claras”.
Jon Ander no fue nunca completo, como ningún líder o gerente, sin un cuadro familiar como el que tenía y vivió profundamente. Edurne Ormaechea siempre lo acompañó con la firmeza, pero gran corazón e intuición que mantenía, sus dos hijos Xavier y Mikel, con quienes compartí momentos anecdóticos.
Un día me dijo: “cómo manejar la mínima preocupación de cualquier padre preocupado porque el destino de sus hijos”. Yo le respondí: “tranquilo Jon, ellos manejan la realidad mejor que nosotros los adultos”.
Y así rodeado de sus nietos, su familia y su madre a quien le dio un puesto especial, se nos va un ser humano de carne y hueso como nosotros, pero que sembró su visión de ejemplo por donde la vida lo llevó.
Caramba Jon, cuantos Jon más necesitamos en la gerencia y la vida.
El Autor
Tomás Socías López
Analista Político y Económico. Ex Ministro de Comercio.
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