Miranda repunta como destino turístico

Miranda es un destino turístico de sol y playa. Los 98 kilómetros de costa que tiene este estado cada vez son más populares entre los mirandinos y los venezolanos. Las cifras así lo demuestran. Cada Semana Santa, Barlovento recibe a 990 mil turistas, una cifra nada envidiable si se considera que el estado Anzoátegui es visitado por la misma cantidad de personas durante todo un año.

Esta cifra no se queda ahí. Según datos de la Corporación Mirandina de Turismo, más de dos millones 500 mil personas visitaron Miranda el año pasado. Bernard Weissenbach, presidente de la Corporación Mirandina de Turismo, explica que Barlovento es el epicentro de mayor concentración de turistas. Para el 2013, “el 64 por ciento de los que visitaron Barlovento viven  en el área metropolitana de Caracas, el resto en Libertador y Aragua”, explica.

Por lo que la meta ya se logró: hacer de Miranda el principal destino de los mirandinos, agrega Weissenbach. Higuerote, Río Chico y Machurucuto son los principales atractivos de la costa. De hecho, el 62 por ciento de los turistas que recibe Barlovento prefieren Higuerote; el 32 por ciento, Río Chico; y el seis por ciento, Machurucuto.

Pero el estado Miranda tiene otras particularidades. En el área metropolitana de esta entidad se concentra la mayor la oferta hotelera y turística más importante del país gracias a los alojamientos y restaurantes que ofrece Chacao, El Hatillo, Baruta y Sucre. Además, explica Weissenbach, Miranda es el principal mercado emisor de turistas para el resto del país y el mundo. “De aquí sale la mayor cantidad de personas para otros estados de Venezuela y países del mundo”, agrega.

Toda esta actividad turística se traduce en mil millones de bolívares de ingresos para el estado, explica Weissenbach. Sin embargo; a pesar de todas estas bondades, Miranda aún no recibe la atención de los turistas extranjeros. Solo el uno por ciento de los visitantes proviene del exterior. “Una situación que no escapa de la situación nacional que vive el país. La actividad turística no está aislada de la inseguridad y falta de servicios de calidad”, resalta Weissenbach.

El presidente de la Corporación Mirandina de Turismo asegura que aunque desde esta corporación la prioridad es invertir en infraestructura se necesita que el gobierno nacional resuelva las fallas eléctricas, el sistema de aguas servidas y las vías de comunicación. “En Higuerote no hay sistema de cloacas, cada vez que llueve todo se empoza y las aguas se estacan; además se puede ir la luz hasta seis veces por día. ¿Cómo se compite así con otros destinos internacionales?”, se pregunta Weissenbach.

Por esta razón celebra el anuncio que hizo el gobierno nacional de la recuperación del aeropuerto de Higuerote, pero desea que ese nuevo proyecto “se vea realmente reflejado en la mejora de la calidad de vida de los que allí habitan. De lo contrario no servirá de nada”.

La promesa del gobierno fue hacer de este aeropuerto un terminal aéreo internacional. El anuncio lo hizo Liliana González, alcaldesa de Brión, en diciembre de 2013, quien aseguró que se invertirán 1.500 millones de bolívares. "Funcionarán varios hangares, contaremos como un parque de agua a los lados del aeropuerto, un centro de convenciones y, además, rehabilitaremos los muelles Puerto Francés y Caracolito para conectarlos", aseguró González en el momento del anuncio.

Estos trabajos también contemplarían, según el gobierno nacional, la ampliación de la pista de aterrizaje a 1.200 metros, la construcción de un terminal que recibirá vuelos privados, así como la edificación de centro comercial de 80 mil metros cuadrados, un estadio de béisbol y 16 canchas de usos múltiples. Todo esto en Higuerote.

“Ojalá hagan la mitad de lo que dicen”, asegura Weissenbach. Las promesas del Ejecutivo no tienen mucha credibilidad para el presidente de la Corporación Mirandina de Turismo. Incluso recuerda cuando en 2009, la gobernación de Miranda instaló 200 pipotes de basura a lo largo de las playas de Barlovento y en la madrugada los alcaldes del PSUV, utilizando recursos públicos, las quitaron.

“Ese año fue bastante dramático. Gracias a Dios los extremos de polarización que vivimos en esa época no se han vuelto a repetir; sin embargo aunque no tenemos complejo de trabajar con nadie no hay mayor intercambio entre nosotros. Cuando llega Semana Santa o Carnaval solo notificamos vía oficio lo que vamos a hacer”, explica. 

La entrevista completa puede leerla en la edición impresa 292 de a revista DINERO.