Miércoles 04 de Diciembre de 2024

Opinión: Cuando no hay plata ni para imprimir dinero

HIPERINFLACIÓN
Algunas entidades de ahorro y bancos están restringiendo los retiros por taquilla a Bs. 10.000 por día, y los más “generosos” lo limitan a Bs. 30.000. Es decir, la ridícula suma de $ 0,67 a $2,00, si lo medimos al dólar libre o paralelo de fines de esta semana.

Como es dado a suceder en las hiperinflaciones, en las que poco a poco van acentuándose los desequilibrios que ellas producen, esta semana se puso de manifiesto en los medios de comunicación social la dramática situación que enfrentan los asalariados y los jubilados para retirar los bolívares que tienen en sus cuentas personales de bancos y entidades de ahorro y préstamo.

Algunas entidades de ahorro y bancos están restringiendo los retiros por taquilla a Bs. 10.000 por día, y los más “generosos” lo limitan a Bs. 30.000. Es decir, la ridícula suma de $ 0,67 a $2,00, si lo medimos al dólar libre o paralelo de fines de esta semana. Pero si se mide en producto la situación e igual o peor. Porque con el cartón de huevos en Bs. 24.000 (es decir, a Bs. 800 por huevo) quiere decir que el humilde pensionado que ha decidido, forzado por la necesidad, limitar su ingesta de proteínas a ese producto, tendrá que ir al banco tres días consecutivos para reunir suficiente efectivo y poder comprar el cartón de 30 unidades.

Acudir a los cajeros no ayuda. Y es así porque la mayoría, cuando funcionan, limitan lo que se puede sacar diario también a Bs. 10.000; y los más “generosos” Bs. 15.000, que equivale a tan sólo un dólar al cambio del viernes 18 de agosto. Sin duda alguna, los venezolanos hoy son víctimas del “corralito” más severo -en términos de monto que pueden retirar de sus cuentas- de la historia del hemisferio, y, posiblemente, del mundo.

Pero ¿Y cuál es la razón de esta distorsión que impone una mayor penuria a la población? Es evidente que la causa eficiente, es una impresión desaforada de circulante. Aunque a eso hay que agregarle la incapacidad logística del Banco Central de Venezuela de proveer los billetes que se precisan, para equipararse con la desenfrenada orgía de liquidez que genera el mismo ente emisor.

Hace escasos 8 meses, el Banco Central del Venezuela estableció un nuevo “cono monetario”, cuyo billete de mayor circulación habría de ser el de Bs 20.000. Pero lo hizo sin molestarse en calcular el ritmo al que la moneda se depreciaría, como consecuencia de sus políticas.

Y no es que fuera un misterio saberlo. Pero recordamos que, desde el año pasado, el Fondo Monetario Internacional lo había advertido, cuando pronosticó una inflación en Venezuela de más de 1.000% para 2017, si se mantenía la misma política monetaria. ¿Resultado?: el billete de mayor circulación del citado “cono”, hoy vale poco menos de $ 1,40, y no hay que ser adivino para saber que se necesitan muchos más billetes de tan exigua denominación, para satisfacer las necesidades de liquidez en efectivo que tiene la economía.

Pero hay mucho más. Porque la improvisación llega a su paroxismo, cuando nos enteramos que el motivo por el que no hay más billetes de 5,10, y 20 mil, es debido a que el Banco Central de Venezuela no dispone de dinero para pagarle a los proveedores externos que se los imprimen y venden. Por supuesto, sin duda alguna, es una situación digna de Marx. Ojo, pero no estamos hablando de Karl Marx, sino de Graucho Marx.

Tomados por sorpresa en su propia impericia, ya han salido voceros de la burocracia monetaria a tratar de conseguir entre la muchedumbre, a quién cargarle la culpa de la escasez y al hecho de que 30% de los billetes hayan sido exportados a Colombia-un país con política monetaria seria- vaya usted a saber con qué propósito.

Usted, amigo radioescucha o apreciado lector, ya puede deducir que, si esto es así en agosto, imagínese qué sucederá en septiembre, cuando se reinicien las clases, o cuando el Presidente de la República, entusiasmado por la venidera campaña electoral, anuncie el próximo aumento salarial del que ya se viene hablando por ahí, y que le dará otro impulso a la impresión de dinero para pagarlo.

¿Y qué sucederá en diciembre, cuando se deben cancelar vacaciones y bonificaciones de fin de año? ¿Anunciarán un nuevo cono monetario, mientras repiten la gracia del año pasado con el billete de 100 bolívares?

Como regalo de retorno de vacaciones, nos permitimos pasarle a los técnicos y asesores externos del Banco Central de Venezuela una sugerencia que nos hizo nuestro nieto de sólo siete años, y quien no es precisamente el Hjalmar Schacht de la política monetaria: “Abuelo, ¿y por qué los responsables de esto no mandan a imprimir billetes de 50.000 y de 100.000 bolívares de una vez, y así a lo mejor les alcanza el dinero para comprarlos?”.

Seguramente, semejante sugerencia nunca será considerada. Como tampoco debe haber nadie evaluando los estragos que les están infligiendo a los consumidores venezolanos. Es que su mundo es otro, como lo es también su valoración del sentido de la responsabilidad de gobernar.

Aunque le presten o no atención a la gravedad de lo que está sucediendo, una cosa es cierta. Y es que, si no enfrentan el problema con la seriedad del caso, la crisis de los billetes de 100 bolívares de diciembre pasado, esos que dijeron que sacarían de circulación en 72 horas, y que todavía andan por ahí, va a parecer una graciosa panacea, con dulce de lechosa y todo.

El Autor

Jhony Zafra

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