El oro nos pasa factura
En lo que va de año, las reservas internacionales han descendido US$3.732 millones (13,8%) respecto a su valor de un año atrás y, a pesar de que en el mismo período los precios petroleros han retrocedido en promedio 3%. Ha sido la desvalorización de las mismas debido a su composición, y no su sensibilidad a los menores ingresos petroleros, lo que ha determinado esta tendencia.
Más allá de las controversias que levantó en su momento la determinación de un nivel “óptimo” de reservas por parte del Banco Central de Venezuela (BCV), en la actualidad la atención se ha centrado en la composición de las mismas, sesgada hacia la cobertura en oro, metal cuyo boom de precios ha permitido compensar las transferencias de recursos de BCV hacia Fonden, y mantener nutrido un conjunto de fondos de manejo discrecional por parte del Gobierno. Ahora que el metal empieza a perder brillo, se manifiesta la necesidad de cambiar la composición de las RRII del país y la manera en que se alimentan los distintos fondos en dólares; esto podría significar un duro golpe para la “nueva institucionalidad financiera” y el manejo discrecional de fondos en dólares en el corto plazo.
Durante los últimos dos meses, los principales indicadores económicos sobre crecimiento y empleo han mostrado para EE.UU. unos resultados mejores que los previstos por los hacedores de política, lo que ha hecho pensar en una retirada de los estímulos monetarios y en su consecuente efecto sobre los precios del oro. La reducción de las compras de bonos por parte de la FED, algo ya planteado por algunos de los miembros de su Comité a finales de año, significaría una menor expansión de la liquidez en dólares a escala mundial, un incremento en el valor de dicha moneda y una menor demanda de oro como cobertura.
Desde 2004 la revalorización del oro ha permitido al BCV, único administrador de las RRII, transferir un caudal considerable de recursos a fondos destinados a la ejecución de distintos programas impulsados por el Gobierno (principalmente al Fonden), sin ver afectado el valor de su stock de activos, ello a pesar de recibir cada vez menos dólares de una Pdvsa atada cada vez más a responsabilidades.
En los últimos ocho años las transferencias del BCV a Fonden han promediado los US$5.673 millones al año; sin embargo, las reservas han mostrado una caída promedio anual de tan solo US$710 millones, amortiguadas en buena parte por un incremento promedio de US$1.908 millones en el valor del oro monetario, producto principalmente de un incremento de 291,2% en los precios del mismo entre principios de 2004 y finales de 2012.
Dicha política también condujo a una importante reestructuración en la composición de las RRII, las cuales pasaron de estar conformadas en su mayoría por activos líquidos en 2004 (78,8% por divisas) a estar compuestas en gran parte por reservas en oro para mediados de este año (74,7% al cierre de junio); positiva esta modificación desde el punto de vista del manejo de Tesorería, dada la desvalorización del dólar en comparación con otros activos en los últimos años.
La revalorización del oro ha aportado desde 2004 US$15.265 millones a las RRII. Si al monto de cierre de nuestras reservas del año 2012 le restáramos el efecto del aumento del precio del oro en los últimos nueve años, estas apenas hubieran llegado a US$14.625 millones. Esto nos da una idea de la importancia que tiene seguir contando con unos elevados precios del codiciado metal.
El mantener una gran proporción de las RRII en un solo activo siempre significará un alto riesgo, ya que grandes fluctuaciones en el precio de este suponen importantes variaciones en el valor de las reservas. Cuando el activo es el oro, el riesgo se incrementa, debido a la importante correlación positiva que mantienen el precio del oro y la cotización de la cesta petrolera venezolana (en el 90,7% de los casos, durante los últimos 40 años, el precio del oro y el del petróleo se han movido en la misma dirección). En resumen, bajo el esquema actual, el valor de nuestras divisas y el flujo de nuestros ingresos en dólares dependen del precio de dos commodities que evolucionan al unísono, por lo que un desplome de los mismos restringiría nuestros ingresos y mermaría nuestras reservas.
Lo cierto es que, al perder su brillo el oro, las autoridades tendrán que decidir entre fortalecer las reservas y mantener a raya un riesgo país que se ha incrementado 180 puntos básicos (pb) en los últimos siete meses o alimentar un Fonden, cuyo balance de efectivo se ha reducido en 73% durante los últimos doce meses.
El Autor
Asdrúbal Oliveros es economista y director de la firma Ecoanalítica
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