Viernes 15 de Noviembre de 2024

Juan Pablo Olalquiaga: Perdimos empresas y líneas de producción

INDUSTRIAS
La tasa de cambio y los precios del petróleo parecen estar en el centro de los problemas que ha rodeado al proceso de industrialización en Venezuela, sin dejar de lado, por supuesto, otros importantes factores. En la actualidad, la producción industrial interna viene arrastrando una importante disminución, según datos de Conindustria.

La tasa de cambio y los precios del petróleo parecen estar en el centro de los problemas que ha rodeado al proceso de industrialización en Venezuela, sin dejar de lado, por supuesto, otros importantes factores. En la actualidad, la producción industrial interna viene arrastrando una importante disminución, además de que el número de empresas industriales registra una notable merma, según datos de Conindustria.

Juan Pablo Olalquiaga, presidente de Conindustria, recuerda que “a partir de 1974, con el auge del precio del crudo, comenzó un proceso de descuido de la industria nacional, una de cuyas características fue una tasa de cambio (Bs. 4,30 por dólar) que privilegió las importaciones, de modo que los productos extranjeros resultaron mucho más baratos”. Explica que en los últimos 40-30 años la economía venezolana ha pasado “por una sucesión de ciclos de expansión y contracción derivados de las oscilaciones de los precios petroleros, de manera que la economía no ha tenido estabilidad para darle competitividad a la manufactura local”.

Refiere que en la década de 1960 se levantó una “importante base industrial en el centro del país y en el estado Bolívar, unida al desarrollo de una infraestructura básica: electricidad, parques industriales, materias primas, etc. Se concedieron incentivos fiscales para que las fábricas tuvieran competitividad, se mantuvo una tasa de cambio para que los productos hechos en Venezuela fuesen más baratos que los importados, se establecieron escuelas técnicas para capacitar a los trabajadores y se contaba con protecciones arancelarias, entre otros factores”.  

¿Qué ha pasado desde entonces?

Inicialmente tuvimos un país bien planificado para el desarrollo industrial, pero eso se fue perdiendo entre 1974 y 1999, cuando comenzó un cambio de modelo. Con un nuevo  aumento de los precios del petróleo, a partir de 2004 el gobierno inició un programa de control de las empresas. Se establecieron mecanismos a través de los cuales las empresas pasaran al Estado o para regularlas aún más. Eso fue anárquico e improvisado. En la medida que crecían los ingresos petroleros se tenía más audacia para ir tomando empresas y, por otro lado, se limitaba la capacidad  de producción de otras.

Pero la capacidad de importación daba para sustituir la producción interna que se dejaba de tener. A estas alturas hemos perdido una cantidad importantísima de empresas y de líneas de producción, no este año 2015, en particular, por la caída del precio del petróleo. Ya en los años 2012 y 2013, cuando el precio del crudo se mantenía alto, habíamos perdido unas 6.000 empresas industriales de alrededor de 13.000 que había en ese momento. A partir de mediados de 2014, con la progresiva caída del petróleo, nos dimos cuenta que ni tenemos las industrias suficientes para producir la demanda de bienes de exige la población, ni tenemos los ingresos suficientes para las importaciones con las que el país vivió mucho tiempo. Si le agregamos que se ha desestimulado la cultura del trabajo. La combinación de menos empresas mucho menos productivas se traduce en el descenso de la producción de bienes.

¿Se han perdido líneas de producción?

Sí. De las industrias que quedaban en 2013, muchas han perdido líneas de producción. Algunos ejemplos: hoy día se produce el 25% de lo que se producía en el sector siderúrgico, cuyo efecto, entre otros, es que no hay acero para fabricar envases de hojalata, por lo que ahora hay que importarlo.

En fabricación de cauchos para carros, antes, a partir del alquitrán, se elaboraba (hoy se importa) el negro humo en la refinería El Palito, componente principal de los cauchos. En el sector químico, había unas cinco fábricas que producían resinas acrílicas, pero ya no las fabrican aunque quedan algunas de esas plantas. Había dos fábricas que elaboraban resinas epoxicas, pero una se fue y la que queda ya no las fabrica. En el sector pulpa y papel ya no se confeccionan cartulinas. En fin, nos vamos reduciendo a tener una oferta de productos mucho más baja que antes, aun cuando quedan algunas fábricas.

¿A cuánto asciende hoy el parque industrial?

Las cifras que tenemos son del año 2007, porque no se han realizado más censos industriales. El Instituto Nacional de Estadística (INE) es la entidad que los lleva a cabo, pero no ha hecho más desde ese año. Para el 2007 había en el país cerca de 5.600 industrias, pero desde  entonces muchas han cerrado, por lo que no es osado pensar que hay bastante menos. Empero, lo más grave es la reducción de líneas de producción porque eso significa que elaboran menos bienes.

¿Qué se puede hacer para revertir eso?

Creo que uno de los daños más importantes que se le ha hecho a Venezuela en los últimos15 años es haber cambiado la idiosincrasia del venezolano con respecto al trabajo.

Se ha ido criminalizando el emprendimiento, el empresariado y la empresa privada, que son el sostén de todo país; se ha ido castigando a las empresas a través de la Ley del Trabajo, instrumento que estimula la baja en la producción y que hoy día los índices de ausentismo sean elevados, además de que alienta el presentismo, esto es, personas que asisten al trabajo, pero o no trabajan o lo hacen muy poco; en consecuencia los índices de productividad han caído considerablemente.

A ello hay que agregarle, por un lado, que los recursos humanos con los que contamos hoy están menos capacitados para tareas altamente técnicas; y. por otro, la emigración calificada que ha salido de Venezuela, que es la que sale a buscar trabajo en otros países, que algunos calculan hasta en dos millones de venezolanos. Tenemos así una muy baja disponibilidad de personas capacitadas. Entonces no hay con quién iniciar un proceso de industrialización en este momento.

Es un problema estructural que no se resuelve con decretos ni con beneficios fiscales, es un problema de concepción de país. Hay planificar en función de la producción y del desarrollo industrial, lo que requiere infraestructura: electricidad, vialidad, puertos, etc., y un tejido industrial que abastezca a la industria de equipos, instrumentos, asesorías, experticias, procesos, repuestos, insumos, etc., tejido sin el cual la industria no puede funcionar. Eso en Venezuela se ha venido perdiendo.

Por otra parte, la macroeconomía debe ser lo suficientemente estable para que las empresas sean consistentes y rentables. Si se tiene una tasa de cambio sobrevaluada, por ejemplo, las empresas no serán competitivas. Es imprescindible una estructura jurídica que defienda la propiedad privada y que garantice las inversiones.

¿Exportar o importar?

En Venezuela todavía quedan algunas empresas que pueden exportar. Para hacerlo hacen falta tres cosas. Una, que la empresa pueda producir; otra, una tasa de cambio que haga competitiva la exportación; y la tercera, una estructura expedita y libre de corrupción que facilite la exportación. En la actual logística de exportación se ha generado un sistema de corrupción, cuyo objetivo es que los exportadores tengan que pagarles a los funcionarios públicos de distintos organismos vinculados a la exportación en las aduanas para que la carga pueda salir del país.

Otro tanto ocurre con las importaciones. Venezuela no exporta lo suficiente para compensar los requerimientos de importaciones que tenemos. A finales de la década de 1990, cuando el precio del petróleo venezolano cayó a 7-8 dólares el barril, no hubo ningún trauma porque las exportaciones no tradicionales en ese momento estaban en unos $8.000 millones y las importaciones en alrededor de $18.000 millones.

La brecha de unos $10.000 millones, era sostenible aun con esos precios del crudo. El país importaba mucho menos porque fabricaba mucho más. En cambio hoy se importan unos $40.000 millones y se exportan alrededor de $3.000 millones. 

¿Cómo ve el nuevo proceso de sustitución de importaciones?

Venezuela requiere sustituir importaciones, fabricar mucho más de los productos que consume. Como Conindustria nos sentimos muy satisfechos de que se creara esa comisión. Hemos enviado cartas al ministerio de Finanzas, al Banco Central de Venezuela (BCV), a la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional y a la Vicepresidencia de la República, diciéndoles que aquí estamos nosotros con la experticia necesaria para fabricar muchos de los productos que se requieren.

Planteamos una propuesta no de industrialización, sino de reactivación de las industrias que están activas, que consta de cinco puntos, que son: titularización de la deuda, devolución de las empresas que pasaron del sector privado al público, sustitución del control de precios por subsidios directos, legalización del mercado paralelo y que la Ley de Ciencia y Tecnología vuelva a contemplar la posibilidad  de contratación directa entre empresas y centros de investigación.  

¿Los productos venezolanos son o pueden ser competitivos ante los importados?

Eso depende de la tasa de cambio. Con una tasa de Bs. 6,30 por dólar nada que se fabrique en Venezuela será competitivo en el exterior. Tiene que haber una tasa fijada por el mercado y que sea fluctuante en el tiempo. Por ejemplo, hemos tenido fábricas de grifería muy buenos exportadores en el pasado e igual en el sector metalmecánico y en el químico. Venezuela sí puede, pero hay que darle arranque a la industria.

Por César Contreras

redaccion@dinero.com.ve

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